Vivir situaciones difíciles que implican mucho dolor es inevitable. Forma parte de la vida. Esto implica que las emociones que nos provocan nos son también difícil de regular. Saber manejarlas, afrontarlas, se convierte en un reto.
Hay una manera de gestionarlas y es negándolas. Huimos de ellas y entonces comienza un círculo en el que la ansiedad nos puede perseguir y no consigamos de ninguna manera calmarnos.
Quizá podamos encontrar una forma de afrontarlas, de realcionarnos con ellas de manera que consigamos estar en paz.
Las emociones tienen una función clara: nos informan de cuál es nuestro estado anímico, que nos pasa interiormente y qué nos está sucediendo con respecto a las vivencias que tenemos.
El miedo, la ira, el estrés, la rabia… son emociones que en principio no son «dañinas», aunque pueden llegar a serlo si nos aferramos a ellas o intentamos negarlar. Es entonces cuando nos pueden llegar a causar un mayor sufrimiento mental o físico.
Si, físico. Las emociones afectan directamente a nuestro organismo.
Es por ello importante tener consciencia de qué estamos sintiendo: reconociéndolas, e incluso relacionándonos con ellas de forma compasiva. ¿qué quiere decir esto?
Somos conscientes de que sentimos rabia contra alguien. Admitir esa emoción, sin ocultarla, sin el prejuicio de qué estás sintiendo. Sin juzgarnos, sin señalarnos.
Esa emoción está ahí para decirnos cómo nos ha afectado lo que alguien nos hizo, o nos ocultó…
Las emociones son parte de nuestra mente y parte de nuestro cuerpo en tanto que : el estado en que esté nuestro cuerpo afecta directamente a nuestras emociones y viceversa: las emociones se expresan – aunque no lo percibamos conscientemente – en nuestro cuerpo.
Deja una respuesta